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¿Cómo saber si tomé la decisión correcta?

Señales, emociones y confianza interna

Hay una duda profunda que aparece después de tomar una decisión importante.

¿Será que elegí bien?

¿Será que me voy a arrepentir?

Hace poco grabamos un episodio en Flojitas y Cooperando sobre algo que todas hemos sentido: esa duda profunda que aparece después de tomar una decisión importante. ¿Será que elegí bien? ¿Será que me voy a arrepentir?

Nota Mental

A veces, lo correcto no se siente como lo fácil.

A veces, tomar una decisión alineada con nuestra verdad interna genera un terremoto emocional.

Y eso está bien.

La decisión correcta no siempre da paz inmediata, pero sí da coherencia.

Durante años buscamos certezas externas: señales, consejos, validación.

Pero ahora podemos ver que las decisiones más poderosas no se validan afuera. Se sienten adentro. En el cuerpo. En el silencio.

Como dice Un Curso de Milagros:

“La paz es el resultado natural de estar en alineación con el amor, no con el miedo”.

Entonces, ¿desde dónde decidí? ¿Desde el miedo a perder o desde el amor a uno mismo?

¿Qué siento cuando decido?

¿Y cómo sostengo eso?

Tomar decisiones trae emociones: miedo, duda, culpa, tristeza, euforia, alivio. Todas son válidas.

El problema no es sentir, el problema es exigirnos no sentir.

El escritor Eckhart Tolle, recomienda practicar algo que sirve de ancla: “observar sin juicio”.

Detente. Respira. Nombra lo que sientes:

“esto es ansiedad, esto es tristeza, esto es mi niña interior buscando seguridad”.

No huyas del malestar. Quedate en tí. Abrazate y acompañate.

Como dice la terapeuta Carola Castillo: “Lo importante no es huir del dolor, sino sostenerlo con dignidad”. Y eso, también, es amor propio.

Cómo saber si fue la decisión correcta

3 señales internas

Coherencia interna

Aunque duele, no me traicioné. Fui fiel a mí.

Presencia corporal

El cuerpo no miente. Si puedes respirar más profundo, si sientes alivio en el pecho, vas por buen camino.

No necesitamos convencer a nadie

Cuando es para tí, lo sabrás. No tienes que justificarte.

Lo que aprendemos de decidir con el corazón

Decidir no es controlar el resultado, es confiar en la vida. Es soltar la necesidad de que todo salga “bien” y permitir que lo que venga sea para crecer.

Si estás dudando de una decisión que ya tomaste, no busques certezas absolutas. Vuelve a tu cuerpo. Pregúntate: ¿desde qué lugar decidí? ¿Desde el miedo o desde el amor?

 

Y si fue desde el amor, aunque duela… fue la correcta.